10 de enero de 2012

Arquitectura Bioclimática.

En realidad el título de este apunte, es redundante, por que la arquitectura o es bioclimática, o no es arquitectura (ver apunte de diciembre 2011).

Así, que de lo que voy a hablar hoy, es de cómo se debería pensar la arquitectura y no de , como parece por el título, en qué consiste la arquitectura bioclimática.

Lo primero que se debe hacer cuando pensamos en hacer arquitectura (obtener espacios saludables y confortables), es elegir bien el sitio; tiene más que ver con la arquitectura elegir bien el lugar donde sentarse a comer el bocadillo por el campo, que la construcción de muchos grandes edificios (esta frase tan esclarecedora no es mía, es de Rafael Serra, de su libro “Arquitectura y climas”). Por desgracia es muy poco probable poder elegir el lugar, pero en ese caso tendremos mucho más fácil conseguir lo que nos proponemos y con un menor coste energético.

En caso contrario, lo que debemos hacer es conocer lo mejor posible las condiciones del lugar. En principio el clima general del lugar, y en concreto las condiciones microclimáticas, que dependen de la forma del territorio circundante (la topografía: si estamos en un llano, a media ladera, en lo alto…) y de los elementos que nos rodean (edificios, vegetación,…). Conociendo todo esto, podremos obtener del entorno lo mejor, y protegernos de las condiciones desfavorables.

En este sentido lo primero en lo que se debe pensar, es en el diseño global de la edificación para aprovechar al máximo la energía que se recibe directamente del sol. Y la primera decisión es la orientación que nos interesa, de manera que se favorezca la captación de la radiación solar en los momentos en que nos hace falta calor, y que nos proteja de ella en los momentos en que no es necesaria (como estamos en un clima templado, el edificio debe responder a condiciones cambiantes: a veces hace calor, a veces hace frío).

Las fachadas orientadas al sur (en el hemisferio norte, claro está) reciben en invierno la mayor parte de la radiación que llega al edificio. Además por la altura a que llega el sol sobre el horizonte en esta época del año, los rayos alcanzan a través de las ventanas, hasta lo más profundo de las estancias con el consiguiente calentamiento de éstas. Tenemos la suerte de que la energía que aportan estos rayos en el interior, queda atrapada como en una jaula por el efecto invernadero que se produce por la existencia de cristales en las ventanas. Es fácil pensar entonces que el número, la dimensión y la forma de las ventanas juega un papel importante en la captación de energía y que deben responder a las necesidades de cada uso en cada sitio.

En esta misma orientación sur, en verano, dada la inclinación de los rayos del sol por su altura al mediodía, la fachada no recibe tanta radiación como las que estan orientadas al oeste y al este, que reciben los rayos durante gran parte del día, y solo un poco más que las fachadas orientadas al norte. El diseño arquitectónico, en cualquier caso, puede proteger las ventanas orientadas al sur muy fácilmente, situando pequeños aleros horizontales, u otros elementos; o mejor aún, incorporando vegetación delante de las ventanas con especies de hoja caduca, que vuelven a dejar pasar el sol en invierno, cuando lo necesitamos (un emparrado en la fachadas sur del edificio, es un magnifico invento).

En algunas condiciones y en climas no muy severos (como en la mayor parte del litoral de Galicia), puede ser suficiente, para mantener una temperatura de confort en el interior, orientar bien el edificio, sin incorporar ningún tipo de sistema de climatización. En cualquier caso, se podrá reducir en gran medida el empleo de energía para conseguir una temperatura confortable.

Además, cuando las exigencias son mayores, se pueden utilizar un montón de sistemas, como galerías-invernaderos, muros con pequeñas cámaras acristaladas exteriormente (muro trombe), lucernarios inclinados en cubierta, y otros. Estos sistemas lo que hacen es captar los rayos del sol, evitando después que la energía aportada por ellos se escape. En otro apunte intentaré explicara como funcionan estos sistemas

Pero también podemos pensar en otras cosas, además de captar toda la energía posible del sol, cuando la necesitamos, y de protegernos de sus rayos, cuando no queremos calor. Además podemos incorporar estrategias para la conservación del calor que aporta el sol, como el aislamiento de los muros y la cubierta , y la utilización de elementos de gran inercia térmica, que puedan almacenar el calor aportado durante las horas y días de sol, e irlo cediendo las horas nocturnas y los días con poco aporte solar. Tanto el aislamiento, como la utilización de elementos de inercia térmica, son útiles también para protegernos del calor excesivo en los meses de verano. Podemos, con inercia térmica, retrasar la entrada del calor en el interior, hasta la noche, en la que dejamos entrar aire más fresco a través de los huecos, para evacuar el calor acumulado.

Hasta ahora no he mencionado nada de paneles solares, o de otras formas de energía renovable, que es lo que primero se relaciona con lo que llamamos arquitectura bioclimática. De eso, ya hablaremos en otro momento.

Todo lo que hemos comentado en este apunte, en realidad no suponen incrementar el coste de la edificación. Sí que supone un mayor esfuerzo de planificación, y sobre todo requiere pensar un poco más en cómo podemos hacer nuestros edificios. En cualquier caso supondrá un ahorro en el uso del edificio, y una mejora en las condiciones de confort interior.



Arquitectura Bioclimática.


En realidade o título deste apuntamento, é redundante, por que a arquitectura ou é bioclimática, ou non é arquitectura (ver apuntamento de decembro 2011).

Así, que do que vou falar hoxe, é de como se debería pensar a arquitectura e non, como parece polo titulo, de en que consiste a arquitectura bioclimática.

O primeiro que se debe facer cando pensamos en facer arquitectura (obter espazos saudables e confortables), é elixir ben o sitio; ten máis que ver coa arquitectura elixir ben o lugar onde sentar a comer o bocadillo polo campo, que a construción de moitos grandes edificios (esta frase tan esclarecedora non é miña, é de Rafael Serra, do seu libro “Arquitectura e climas”). Por desgraza é moi pouco probable poder elixir o lugar, pero nese caso teremos moito máis doado conseguir o que nos propoñemos e cun menor custo enerxético.

No caso contrario, o que debemos facer é coñecer o mellor posible as condicións do lugar. En principio o clima xeral do lugar, e en concreto as condicións microclimáticas, que dependen da forma do territorio circundante (a topografía: se estamos nun chairo, a media aba, no alto, ...) e dos elementos que nos rodean (edificios, vexetación...). Coñecendo todo isto, poderemos obter do ámbito o mellor, e protexernos das condicións desfavorables.

Neste senso o primeiro que se debe pensar, é o deseño global da edificación para aproveitar ao máximo a enerxía que se recibe directamente do sol. E a primeira decisión é a orientación que nos interesa, de maneira que favoreza a captación da radiación solar nos momentos en que nos fai falta calor, e que nos momentos en que non é necesario nos protexa dela. (como estamos nun clima temperado, o edificio debe responder a condicións cambiantes: ás veces fai calor, ás veces fai frío).



As fachadas orientadas ao sur (no hemisferio norte, claro está) reciben en inverno a meirande parte da radiación que chega ao edificio. Ademais pola altura a que chega o sol sobre o horizonte nesta época do ano, os raios alcanzan a través das ventás, ata o máis profundo das estanzas co conseguinte quentamento destas. Temos a sorte de que a enerxía que achegan estes raios no interior, queda atrapada como nunha gaiola polo efecto invernadoiro que se produce pola existencia de vidros nas ventás. É doado pensar entón que o número, a dimensión e a forma das ventás xoga un papel importante na captación de enerxía, e que deben responder ás necesidades de cada uso para cada sitio.


Nesta mesma orientación sur, en verán, dada a inclinación dos raios do sol pola súa altura ao mediodía, non recibe tanta radiación solar como as orientadas ao oeste e ao leste, que reciben os raios durante grande parte do día, e só un pouco máis que as fachadas orientadas ao norte. O deseño arquitectónico, en calquera caso, pode protexer as ventás orientadas ao sur moi doadamente, situando pequenos aleiro horizontais, ou outros elementos; ou mellor aínda, incorporando vexetación diante das fiestras con especies de folla caduca, que volven deixar pasar o sol en inverno, cando o necesitamos (un emparrado na fachada sur do edificio, é un magnifico invento).


Nalgunhas condicións e en climas non moi severos (como na maior parte do litoral de Galicia), pode ser suficiente, para manter unha temperatura de confort no interior, orientar ben o edificio, sen incorporar ningún tipo de sistema de climatización. É en calquera caso, poderáse reducir en boa medida o euso de enerxía para conseguir unha temperatura confortable.


Ademais, cando as esixencias son maiores, pódense utilizar un montón de sistemas, como galerías-invernadoiros, muros con pequenas cámaras vidradas exteriormente (muro trombe), lucernarios inclinados na cuberta, e outros. Estes sistemas o que fan é captar os raios do sol, evitando despois que a enerxía achegada por eles se escape. Noutro apuntamento intentarei explicar como funcionan estes sistemas.


Pero tamén podemos pensar noutras cousas, ademais de captar toda a enerxía posible do sol, cando a necesitamos, e de protexernos dos seus raios, cando non queremos calor. Tamén se poden incorporar estratexias para a conservación do calor que achega do sol, como o illamento dos muros e da cuberta, e a utilización de elementos de grande inercia térmica, que poidan almacenar o calor achegada durante as horas e días de sol, e ilo cedendo nas horas nocturnas e os días con pouco achega solar. Tanto o illamento, como a utilización de elementos de inercia térmica, tamén son útiles para protexernos do calor excesivo nos meses de verán. Podemos, con inercia térmica, atrasar a entrada do calor no interior, ata a noite, na que deixamos entrar aire máis fresco, a través das fiestras, e evacuar así o calor acumulado.


Ata o de agora non mencionei nada de paneis solares, ou doutras formas de enerxía renovables, que é o que primeiro que se relacióna co que chamamos arquitectura bioclimática. Diso, xa falaremos noutro momento.


Todo o que temos comentado neste apuntamento, en realidade no supón incrementar o custo da edificación. Si supón un maior esforzo de planificación. E sobre todo require pensar un pouco máis en como podemos facer os nosos edificios. En calquera caso suporá un aforro no uso do edificio, e unha mellora nas condicións de confort interior.